II Jornadas de
Fotografía Histórica de Canarias
Introducción
Pertenezco a esa bendita
mayoría para la que subprime, carry trade, Lehman Brothers Holding Inc o U.S.
Home Construction Index eran palabras necesariamente ajenas. Soy
conservador-restaurador de patrimonio, ello me excluye de tener que preocuparme
por los altibajos de cualquier cartera de inversion. El 9 de agosto de 2007 los
cimientos económicos del primer mundo sacudieron los dinteles de los países y
los gobiernos; desde entonces la mayor crisis financiera de los ultimos 80
años es una realidad.
No es este el espacio para
el ejercicio de señalar culpables, pero si el de advertir que si la impericia,
la negligencia o el desconocimiento convierten al patrimonio cultural en una
víctima colateral de esta situación, los ciudadanos seremos empobrecidos por
partida doble y perderemos una de las piedras angulares de nuestra identidad
nacional.
Las actuales convulsiones
económicas producen un hecho incontestable: hay menos dinero disponible y su
utilización exige de criterios por parte de quienes se arrogan la experiencia
requerida para saber gestionar unos presupuestos claramente menguados. La
redistribución de los recursos económicos es una estrategia intelectual que
debe unir de manera sostenible objetivos irrenunciables con los medios que
tenemos para alcanzarlos; ello dista de los recortes propuestos desde muchas
administraciones que utilizan la teoría del segalari[1]:
dejemos toda la hierba a ras de tierra que ya volverá a crecer, eso es dar por
hecho que el patrimonio se regenera, craso error.
Consideraciones
previas
Los bienes culturales de un país no son
algo remoto depositado en los archivos y los museos, forman una parte capital
de los activos de una comunidad y dan origen a un sector económico cuya
contribución al producto interior bruto (PIB) es mensurable. Este importante y
complejo tejido social sostiene todo un mundo de campos profesionales asociados
a dicho sector, donde el producto de la creación artística y cultural cimenta
el trabajo de colectivos tales como: coleccionistas, críticos, galeristas,
editores, profesores de enseñanza media y superior, investigadores, comisarios,
compañías de seguros, transportistas especializados, enmarcadores, guardias de
seguridad, librerías, suministradores de materiales artísticos y de
conservación, imprentas, empresas de comercialización de materiales
tecnológicos, conservadores-restauradores, archiveros, curadores, casas de
subastas, técnicos informáticos, montadores, servicios de limpieza y
mantenimiento, ministros de cultura, consejeros autonómicos, directores
generales, concejales, asesores y un largo etc.
La cultura no es algo prescindible o
mutilable, relegada a la fluctuación de los ciclos económicos; no constituyen
una forma de ornato social apto solo en los tiempos de bonanza.
El arte y la cultura son un derecho
inalienable de los ciudadanos y un elemento capital en los indicadores que
establecen la identidad de un país y su nivel de bienestar social. Una parte,
cada vez mayor, del turismo que recibe el país ha seleccionado España como
destino por sus recursos culturales; ello se traduce en puestos de trabajo en
sectores asociados como la hostelería, el comercio, etc.
Los cargos electos por la voluntad
popular deberán velar por el desarrollo de cuantas actividades profesionales contribuyen al
amejoramiento del cuerpo social y al la elevación del nivel cultural de las
colectividades que gestionan; ello implica un adecuado entendimiento de la
contribución que cada parte del tejido social realiza en la tarea común a la
hora de ordenar los recursos económicos disponibles.
Los gestores de los recursos públicos
deberán entender que cualquier decisión que afecte a la infraestructura
cultural de la comunidad deberá estar asesorada o consensuada con los colectivos
del campo profesional. Ello supone la mejor garantía de transparencia y
eficacia en la gestión que les ha sido encomendada.
La
contención del gasto
Gestionar los recursos
económicos y humanos es una práctica imprescindible y, para quienes conservamos
bienes culturales, una práctica habitual en nuestras obligaciones laborales.
Siempre hemos entendido que la contención del gasto forma parte de nuestras
herramientas de trabajo. Términos como diagnóstico de fondos, ingresos de
inicio de gasto, ingresos de final de gasto, tiempo de respuesta, calidades de
materiales de protección directa, etc. forman parte del léxico de un campo que
está habituado a trabajar con unos recursos económicos muy ajustados y casi
siempre insuficientes. Quien conozca cual era la realidad de la conservación de
los bienes culturales hace menos de veinte años, podrá compartir el asombro de
constatar qué es lo que se ha hecho y con cuánto se ha hecho. El mérito de
haber llevado la custodia patrimonial del siglo XVIII al XIX es de todo un
colectivo entusiasta que ha trabajado de manera eficiente.
Eficiencia y entusiasmo son
dos conceptos que se complementan pero que distan de ser lo mismo. Según el
Diccionario de la Real Academia (R.A.E.) el entusiasmo es 1.m. “exaltación del ánimo por algo que causa
interés, admiración o placer” 2.m. “sumo
interés en algo, que lleva a poner todo su logro y mucho empeño”, mientras
que eficiencia 1.f. “capacidad para lograr un fin empleando los
mejores medios posibles”. Sin los adecuados recursos podremos seguir siendo
entusiastas (afirmación discutible) pero en modo alguno eficaces.
La conservación de nuestras
colecciones en los tiempos de crisis es una estrategia intelectual que requiere
de un marco laboral preciso: el conocimiento profundo de las necesidades del
patrimonio y la clara voluntad de preservarlo, no solo de que éste sea
difundido.
Los bienes culturales están
hechos de materia y, especialmente en el caso de las colecciones fotográficas
que presentan una gran complejidad morfológica, las atenciones que se prestan
al corpus patrimonial dilatan o comprimen su esperanza de vida. De cuantas
obligaciones dimanan de nuestra responsabilidad profesional, la primera no es
otra que la de garantizar la preservación las colecciones depositadas a nuestra
custodia y poder transmitirlas a la próxima generación.
La conservación no es un
hecho opcional, es el eje que vertebra y da sentido a las instituciones de la
memoria y cuya práctica compartimos archiveros, técnicos en conversion digital y de otros medios
de reproducción, bibliotecarios, conservadores, conservadores-restauradores,
etc. que debemos trabajar coordinados y contribuir a dar lo major desde
nuestras distintas áreas de competencia.
La
conservación de nuestras colecciones descansa en dos pilares fundamentales, la
logística adecuada para garantizar tan alta función y el diagnóstico de los
fondos como tales o de uno o varios originales. Sin las instalaciones
requeridas para la descripción, el acceso, el manejo y almacenamiento de los
originales o sin las condiciones medioambientales y de seguridad necesarias,
sin la planificación de los posibles desastres y la recuperación de siniestros,
cualquier otra acción será incompleta. Los protocolos para garantizar la
permanencia de los bienes culturales no son un ornamento, están desarrollados
desde la ciencia y su necesidad y
su eficacia han sido comprobadas desde hace décadas.
El
diagnóstico de fondos es una técnica de examen que identifica la estructura
morfológica de los originales y establece su estabilidad ante los parámetros de
deterioro producidos por causas biológicas, químicas y físicas. Es una acción
previa a cualquiera otra de cuantas establezca la rutina de trabajo de la
institución en que se lleva a cabo la custodia. M. L. Ritzenthaler afirmaba que
“Se precisa un entendimiento perfecto de la naturaleza material de
un artefacto antes de poder adoptar cualquier decisión que afecte a su conservación
preventiva. En efecto, a menos que se conozca la
composición física y química de un objeto, éste no puede ser almacenado o
incluso manejado adecuadamente”[2] El conocimiento
de la identidad de un proceso y el establecimiento de su estabilidad afecta de
manera directa a como deberá ser manipulado, digitalizado, intervenido o
consolidado, cuales seran sus necesidades de protección directa, si podrá ser
sometido a explotación cultural o cuales deberán ser los parámetros
medioambientales de custodia.
El diagnóstico de
fondos es una herramienta científica que permite establecer cual es el tiempo
de respuesta[3]
de un original o de una secuencia patrimonial, establecer su perfil y
jerarquizar los protocolos de intervención en función de la urgencia, de los
recursos humanos y de los recursos económicos. Permítaseme poner algunos
ejemplos:
El diagnóstico de
fondos combinado con las técnicas de ingreso permitirá evaluar los nuevos
repertorios propuestos a los archivos para su custodia y crecimiento mediante
compras, donaciones, depósitos, etc. y definir:
-
si nuestra
preparación y nuestra capacidad logística nos permite ser competentes ante el
ingreso. El principio de competencia debe ser considerado siempre en primer
lugar a la hora de tomar decisiones que afecten al patrimonio. La mayoría de
los bienes culturales que se destruyen se pierden más por impericia que por
voluntad expresa, excepción hecha de los conflictos bélicos, las catástrofes
medioambientales o motivaciones de índole político o económico.
-
si el ingreso
completa los objetivos propuestos por la política de colección y si se ajusta a
la mision, mandato, metas y objetivos del archivo o institución receptora.
-
si el ingreso se
ajusta al gasto ordinario[4]
requerido para su limpieza y consolidación, tratamiento documental, acceso y
recuperación, protección directa y custodia o precisa de actuaciones especiales
que producen un gasto extraordinario[5]
al precisar de intervenciones especiales como afrontar la
habilitación de depósitos especiales, labores de restauración,
tratamientos ante infecciones de origen biológico, la realización artesana de
materiales de protección directa para originales fuera de formato, etc. que
pueden requerir de la contratación de recursos humanos externos, compra de
materiales técnicos, etc.
-
si según el tiempo
de respuesta evaluado podemos permitirnos
diferir el afrontar el gasto extraordinario u obliga a intervenciones
inmediatas. Los deterioros de origen físico y algunos de origen químico,
aquellos en que la actividad química ha perdido su capacidad de seguir
produciendo modificaciones en los originales, presentan tiempos de respuesta
más largos; ello permite relegar en el tiempo su intervención y nos faculta a
utilizar técnicas de protección directa intermedias como empaquetar volúmenes
razonables en materiales comprados en bobinas, del tipo de papeles de pH neutro
Silversafe™ o pHoton™ o con reserva alcalina como los MicroChamber® o utilizar,
cuando sea requerido, plásticos de bajo coste como el polietileno (PE). Los
deterioros de carácter biológico y los de origen químico que mantienen su
actividad comprimen el tiempo de respuesta y obligan a arbitrar soluciones
inmediatas o a muy corto plazo.
El diagnóstico de
fondos debe ser realizado antes de aplicar los protocolos de descripción
documental y conversion digital, ya que puede producir cambios en la secuencia
habitual de trabajo:
-
En igualdad de
estado de conservación, debemos primar los negativos frente a las copias. Las
matrices negativas presentan especificidades propias; son el verdadero registro
de trabajo del autor; pueden contener valiosa información para el entendimiento
de las copias como por ejemplo mascaras, guias de reencuadre, aplicaciones
realizadas para correguir el contraste, anotaciosnes manuscritas, retoques.
-
Debemos organizar
nuestro trabajo de descripción documental y de conversion digital en función
del riesgo, las pautas y patrones de deterioro y del tiempo de respuesta de los
originales bajo nuestra custodia. Primar el color cromógeno frente a la
fotografía argéntea; las matrices negativas sobre soporte de plástico frente a
las realizadas sobre vidrio; el material que se ajusta a nuestra política de
colección frente a lotes residuales. Solo aquellos archivos que cuenten con las
adecuadas medidas medioambientales y sus colecciones presenten una clara
estabilidad, pueden modificar los criterios en la jerarquización de su línea de
trabajo.
-
Los originales muy
fragilizados como los negativos sobre soporte plástico que presenten deterioro
por hidrólisis ácida[6], vidrios con
un avanzado estado de lixiviación[7],
artefactos que presenten la pérdida de adherencia del aglutinante al soporte,
etc. tienen muy limitada su manipulación por lo que las labores para su
descripción documental o su conversion digital deberán ser postergadas a su
restauración.
-
Casi todos los
artefactos requieren de cierto nivel de limpieza y/o consolidación, esas
labores deberán preceder a la conversion digital para evitar que la suciedad
que puede ser eliminada sea trasladada a los ficheros digitales.
-
Los originales que
presenten deterioro biológico por infección de hongos, deberán ser tratados con
anterioridad para evitar la propagación de la infección por contaminación de
escáneres, etc. Si no se dispone de los recursos humanos requeridos, deberá
procederse a su conversión digital desde cámara y segregados hasta su
intervención.
-
Los originales que
requieran ser restaurados deberán ser intervenidos antes de proceder a su
conversion digital; a tenor de las pautas de deterioro presente , unos
originales podrán ser procesados en los protocolos de descripción documental y
otros postergados hasta su restauración.
Son innumerables los
ejemplos que cualifican el diagnóstico de fondos como herramienta fundamental
en la gestión de las colecciones y tratar de señalarlos todos es innecesario
para los profesionales del sector que cuentan con una adecuada formación.
Aquellos archivos y colecciones que conocen qué custodian y cual es el estado
de conservación de aquello que custodian, tendrán un claro perfil de los fondos
a su cargo y la adecuada cartografía para organizar el gasto.
Cabe preguntarse por
el modelo económico que nuestros gestores establecerán ante el corpus
patrimonial que está bajo su competencia. Si la reducción del gasto se lleva a
cabo al márgen de las necesidades de las colecciones, la pérdida de una ingente
cantidad de bienes culturales sera inevitable. La reducción del gasto debe
llegar desde los archivos a la administración y no ser impuesta por la
administración a los archivos. Una de las piedras angulares de la conservación
del patrimonio es la imprescindible garantía de que las acciones requeridas
para su preservación seran sostenidas por los presupuestos de la administración.
Luis Pavão, conservador-restaurador de patrimonio fotográfico en la vecina
República de Portugal, en su intervención en la “Conferencia Internacional 30 Años
de Ciencia en la Conservación de la Fotografía[8]”
mostró catastróficos ejemplos de cómo afecta a los materiales fotográficos los
cambios que produce la drástica reducción de los recursos que require la
custodia. España se incorporó a la fotografía el 10 de noviembre de 1839, fecha
en que Ramón Alabern y Casas (1810-1868) realizó el primer daguerrotipo en la
ciudad de Barcelona. Desde entonces el corpus fotográfico realizado en nuestro
país constituye un legado cultural de una capital importancia. La fotografía es
una fuente documental extraordinariamente densa y frecuentemente malentendida.
Abundan quienes confunden el patrimonio con la información que el patrimonio
conlleva y quienes consideran que una vez que dicha información ha sido
trasladada a otros soportes, es legítimo desantender a los originales. Ello
equivaldría a proponer la conversion digital de las colecciones del Prado y
luego relegar los originales a su suerte.
Los bienes
culturales son muy sensibles a cuanto implica su custodia, que debe ser
ejercida desde la ciencia, ya que en ella se contienen las secuencias que
requiere su preservación. El patrimonio cultural sobre soporte fotográfico ha
sido realizado desde numerosas técnicas cuyas estructuras morfológicas hacen
que su adecuada preservación sea compleja. La experiencia de Portugal, llevada
a a cabo desde una contención del gasto que tiende a ignorar la identidad
morfológica de las colecciones, revela la facilidad con la que se desintegra
aquella parte de las colecciones con un tiempo crítico de respuesta. Ello
resulta especialmente sangrante cuando la destrucción de los biene culturales
ocurre bajo la custodia institucional.
Algunas de las
herramientas de la conservación de las fotografías son extraordinariamente
activas, una, la de compartir experiencias ayuda a evitar fatales errores ya
cometidos en el campo y que a igualdad de parámetros producirá similares
resultados, otra, la que descansa en la ejecución de pruebas mediante el
envejecimiento acelerado, permite prever de manera científica la evolución de
nuestras colecciones ante un extenso abanico de variables que pueden alterar la
esperanza de vida de los originales.
Es un hecho
constatable que el patrimonio cultural sobre soporte fotográfico presenta una
clara tendencia natural hacia su degradación parcial o completa. Las acciones
llevadas a cabo desde el campo profesional permiten, en expresion de James
Reilly[9],
comprar tiempo para poder establecer
la estrategia que requiere la organización de las líneas de defensa. La
cinética química[10] demuestra
que un negativo sobre soporte flexible de acetato de celulosa en buenas
condiciones, que a 4ºC y una humedad relativa del 40% necesitaría de más de 400
años para desarrollar el síndrome del vinagre[11],
se degrada en 17 a 24ºC y 70% de RH. La actual situación económica obliga a
aceptar necesarios recortes, pero entre el mantenimiento de los parámetros
óptimos y la eliminación la refrigeración- como ocurriera en algunos depósitos
de Portugal- existen los pasos intermedios; a 21ºC y un 50% de RH compramos 50 años o lo que comúnmente se
denomina dos generaciones.
Dado que una parte importante
del patrimonio fotográfico exhibe algún tipo de deterioro, si mantenemos el
ejemplo de un artefacto sobre base de acetato de celulosa pero que presente
síntomas de un síndrome de vinagre en curso, los datos obtenidos son de todo
punto preocupantes: custodiado a 4ºC y 40% de RH requeriría 70 años para su
degradación, pero a 20,4ºC y 62% de RH - temperatura y humedad relativa media
anual de la ciudad de Zaragoza[12]
- el plazo se acorta a cuatro años, de ello podemos colegir que una legislatura
que se inhibiera de la requerida custodia sería catastrófica para el corpus de
matrices negativas más numeroso en los archivos españoles; lo que se puede
cortar, pesar o medir no admite error.
Los profesionales de
la custodia patrimonial podemos hacer una contribución impagable ante la actual
crisis, si y solo si, se nos deja jeraquizar las actuaciones y gestionar los
recursos que señalen los plazos. Podemos ser el puente que ayude a contener el
gasto sin que se comprometa o se pierda un patrimonio que es de todos.
Conocemos el estado de nuestros fondos y sus necesidades, ello nos permite
definir cual es la mínima aportación económica con la que podemos llevar a cabo
nuestro trabajo. Si por el contrario, la contención del gasto es establecida a
espaldas de las necesidades del patrimonio en riesgo, mediante la cirujía de
despacho, la degradación y la pérdida de importantes volúmenes de esta herencia
común será una vergonzante realidad; un fracaso profesional incontestable y una
negligencia política inasumible.
Angel Mª Fuentes
Conservador-restaurador
de patrimonio en práctica privada
[1] Cortador de pasto a guadaña, uno de los deportes rurales en el País
Vasco.
[2] RITZENTHALER, M. L.:
“Archives and Manuscripts: Conservation. A Manual on Physical Care and
Management” (SAA Basic Manual Series). Society of American
Archivists.Chicago,1983.
[3] Tiempo estimado que tiene el custodio del original,
originales o fondo para intervenirlos sin que se produzca deterioro o éste
prospere a tenor de su estabilidad biológica, química o física y de los
parámetros logísticos en que se establece la custodia.
[4] Llamado coloquialmente en el campo profesional como
“ingreso de final de gasto”
[5] Llamado coloquialmente en el campo profesional como
“ingreso de inio de gasto”
[6]
Todos los plásticos absorben agua en mayor o menor medida y la descomposición
de cualquier plástico formulado en celulosa produce ácidos. Cuando el nivel de
ácido libre presente en el soporte alcanza determinados valores, la reacción
pasa a ser autocatalítica (el agua se consume en la reacción y deja mayores
valores de ácido remanente). En todos los plásticos formulados sobre cadenas de
celulosa, el deterioro es producido por la misma reacción; la diferencia la
establece el tipo de ácido que se genera. En el caso de la hidrólisis ácida del
acetato, el ácido producido es el acético CH3-COOH (C2H4O2), que tiene un bajo poder
oxidante y compromete poco las imágenes finales argénteas. En el caso de los
soportes primarios de nitrato, el ácido producido es ácido nítrico HNO3, cuya capacidad de deterioro
compromete no sólo la estructura completa del registro sino también las formas
de protección directa, a muebles, archivadores y muy especialmente, al resto de
piezas que compongan la colección
[7] Esta forma
de deterioro viene determinada por la relación entre el agua presente en la
atmósfera y el intercambio iónico producido en la superficie del vidrio. El
agua intercambia uno de sus iones de hidrógeno (H) por uno de los iones del potasio
(K) o del sodio (Na) presente en el vidrio. Este tipo de deterioro tiene dos
consecuencias diferentes. Por un lado, el vidrio pierde parte de su capacidad
estructural ya que los iones de hidrógeno son mucho más pequeños que cualquiera
de los iones a los que puede reemplazar en el vidrio. Ante un exceso de humedad
relativa, las moléculas de agua rellenan las cavernas dejadas por los iones de
potasio o de sodio, manteniendo en parte su dureza. En climas de aridez, las
microfracturas o cavernas dejadas por los iones de sodio o potasio quedan
vacías, tornándose las placas de vidrio mucho más quebradizas. Por otro lado,
el vidrio forma depósitos de sales alcalinas, las cuales reaccionan con los
gases ácidos para formar sales alcalinas muy poco solubles. Esta alcalinidad de
los depósitos puede atacar la estructura del vidrio y hacer que éste se
disuelva. Estas sales son además higroscópicas, por lo que pueden causar la
aparición de diminutas gotitas de humedad (soluciones salinas de alta
concentración) en la superficie del vidrio (frecuentemente este fenómeno es
referido como “vidrio sudado”).
[8] Logroño 20-23 de junio de 2011
[9] Director del Image Permanence Institute sito en el
Rochester Institute of Technology (IPI/RIT)
[10] Rama de las ciencias físico-químicas que estudia la
rapidez de reacción ante parámetros variables.
[11] Durante el inicio del deterioro por hidrólisis ácida
de los soportes de acetato de celulosa se libera ácido acético que genera un característico olor a vinagre.
[12] Datos del observatorio del aeropuerto de Zaragoza,
periodo 1971-2000
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